Taller de arquetipos: “Celos e inocencia”

El catolicismo asignó al día 28 de diciembre a Los Santos Inocentes. En el evangelio San Marcos cuenta el episodio de la orden que dio el rey Herodes el Grande de acabar con la vida de todos los infantes menores de dos años en Belén y su comarca adyacente, después que supo del nacimiento de un niño al que iban a alabar los Reyes de Oriente como Rey de los judíos. Herodes conocía las escrituras de los profetas y sintió su lugar y su trono en peligro, su poder en definitiva y, ordenó una terrible matanza para acabar con el riesgo de perder su reino. Revisando en nuestra naturaleza biológica, podemos descubrir la sombra, arquetipo desarrollado por el psicólogo Carl Jung, en el interior de quien es capaz de asesinar a su oponente sin piedad y de este modo, desde el egoísmo y los celos anticipados siega la vida de pequeños indefensos careciendo de conciencia.

Los celos en sentido amplio, nos hacen conectar con aspectos terroríficos de nuestro sistema de apego mamífero, la lucha por la supervivencia es, en este caso, cuando el bebé quiere tener para sí la leche, y el acceso a ella es asociado con la madre, con poseerla. Al crecer, el niño recibe el mensaje de una sociedad que aspira a un líder hecho duramente en sus emociones, que anhela el poder y cualquiera que pretenda arrebatarle la fuente de su nutrición, será considerado como una amenaza y, por tanto, destruido. Esta lucha interna por conseguir al precio que sea el objeto de necesidad hará que cualquier acción esté justificada. La compasión no existe como en el caso de Herodes que decía "Ese Rey de los judíos quién es, si el Rey soy yo". Dos líderes no pueden subsistir. Este aspecto de la sombra está escondido en la naturaleza humana y se instala en lugares recónditos de nosotros mismos que ninguno queremos ver y menos sentir. Nos negamos a poder encontrar dentro de nosotros algo parecido a Herodes, arquetipo, y sin embargo, solo hace falta para ello que entremos en una mínima competencia por algo que ansiamos, que queremos retener de manera imprescindible, y que es detectado como riesgo de pérdida por nuestro sistema de supervivencia. A veces, solo lo que se quiere importa porque le importa a otro y entonces surge este sentimiento despiadado superior a la voluntad y a los principios. Digamos que es algo visceral que impulsa a que todo lo demás quede en un segundo plano. Hay una rabia asesina, que quizá también destruya a lo deseado, y que no puede parar esa sed de lograr algo sobre el otro.

Hay muchas formas de celarse, la primaria es la representada por el arquetipo de Caín, que mata a su hermano Abel porque éste lo hace todo bien y por su culpa no puede recibir los elogios de sus padres. Caín siente que sus padres no le quieren y entonces destruye a quien quieren, a Abel. Les castiga por no sentirse amado como le parece que amaban a su hermano. Así aparece la competencia por la mirada, la aprobación y el amor en un conflicto de Hermanaje. Se compite y se actúa por esa aprobación y se desea ser el Centro. El primer poder que se consigue es el comienzo, llegar antes en la carrera, conseguir ser más que el hermano, el primo o el amigo. Si se niega o bloquea el hermanaje natural se aprende a ser superior. La igualdad desaparece y he ahí el nacimiento de la celotipia.
La forma secundaria de celos es fruto de la primaria, y se manifiesta en relación con los demás, se estimula en esta sociedad competitiva y con límites difusos. Se hace en la escuela y en ella se desarrolla, son el grupo y los docentes los referentes de la educación que recuerdan la vinculación básica del padre y de la madre. Ahora aparecen más individuos que buscan su lugar. Algunos lo consiguen y otros quedan frustrados, y otra vez esa rabia puede anhelar el poder de ser superior y destruir a los oponentes.


Otra tercera manera se manifiesta en la pareja, cuando a base de la práctica en anhelar significarse para la figura amada, se percibe que no se es suficiente y que cualquiera puede robarle su atención. O peor que la pareja haga como sus padres y prefiera a otro. Entonces se desarrolla una entrada en cavernas de sufrimiento donde aparecen fantasmas y terrores de pérdida. Así se genera la gran paranoia de la inseguridad amorosa, donde nadie puede hacer nada más que empeorar la situación intentando asegurar el afecto de Desdémona para el sufriente Otelo, arquetipo de los celos extremos que describió William Shakespeare, que es una versión de Caín.

ESTA PATOLOGÍA DE AFERRAMIENTO AL OTRO ¿CÓMO SE MANTIENE?

Justamente, a través de la interacción afectiva, la persona celosa hace al inocente receptor una continua presión y exigencia para que no sea lo que es, para que no exprese lo que siente, para que solo tome como vínculo exclusivo el del celoso.
Y el inocente de los celos, empieza a querer morir y a asesinarse para que su amor no muera en este vinculo inseguro. Quiere complacer al celoso, aunque cada vez tiene menos alegría y fuerza para defender su inocencia. Cae en indefensión y reasegura la patología del celoso, participa de su creación destructiva. Quiere ayudar pero lo que hace es reforzar el sufrimiento y termina contagiado y enfermo.
Cuando el sentimiento primitivo de los celos aparece es importante una intervención temprana de quien es acusado injustamente, decir “no” o “basta ya” es clave antes de entrar en una espiral interminable.
El inocente, si no actúa antes de ser atrapado, pierde la inocencia y participa de su propio asesinato y, a veces, se vuelve como su asesino, justifica lo aprendido del falso amor y en defensa se vuelve celoso y Herodes probablemente.

Los inocentes atraen a los celosos (de poder y amor), les cuesta poner límites, también son como “las cabezas de turco”, se identifican con el rol de víctimas. Igual que ocurre en la Biblia en la matanza de Herodes, pagan justos por pecadores. Los inocentes son los que pagan” los platos rotos”. Ellos se creen carentes, víctimas que preparan el terreno y hacen el sitio a su complementario, el verdugo. Así se observan las dos caras de una misma moneda, los espejos del uno y del otro, y se establece entre ambos una atracción magnética, que se retroalimenta. En esta interacción se establece un juego de poder en el que se manifiesta la polaridad “celoso-celado”.

Los celados se dejan poseer, invadir, manipular por los que sin ser conscientes de su luz interna, los celosos, la buscan fuera a través del protagonizar el drama vital de los celos. Los inocentes sin ser tampoco conscientes de la luz que les es connatural, entran al trapo, dejándose poseer y buscando a través de dicha posesión el supuesto amor perdido o del que no se siente merecedor.

Si miramos desde la perspectiva de las “configuraciones familiares” de Bert Hellinger, los inocentes son los que pagan culpas o asumen lo que sería responsabilidad de otros, el destino de los otros (familiares…), se sacrifican por ellos. La persona celosa se siente carente, no llena del amor de sus padres, abandonada o rechazada, no ha tomado a sus progenitores tal y cómo fueron, así como el grado y la forma de amor que recibieron. Es así como se aferra al amor que reclama incesantemente y desde la exigencia, de fuera, de los otros. Ello conlleva una actitud de invasión, de posesión del otro desde el miedo de no ser el elegido, tal como lo fuera un hermano, etc.

No habiéndose sentido amado,” tampoco se ama y por lo tanto no puede amar”, Es el mecanismo que suele ser “un pozo sin fondo “difícil de saciar, ávidos como están de amor, de poder, de aceptación, etc., caras distintas de lo celos.

Detrás de todo deseo insaciable de amor, de poder o cualquier otra forma de manifestación, encontramos desde una perspectiva ancestral y biológica, la falta o déficit de nutrición y el miedo a no subsistir y sobrevivir, es decir el miedo a morir. Todo ésto nos puede traer a la memoria aquel tipo de frases tan escuchadas y manidas como por ejemplo; “sin ti me muero”…

OBJETIVOS Y PERSONAS A QUIÉN SE DIRIGE

Este taller es para personas que se descubran identificadas con estas partes celosas e inocentes y puedan expresar a través de este grupo algo que nunca se atrevieron a barajar. En compañía y guía experta de mi compañera Esperanza y de mi misma, estableceremos un lugar de respeto para ventilar estos lugares oscuros de la sombra interior y ayudar a crear formas de liberación emocional y racional con ejercicios psicoterapéuticos e integrativos que nos hagan evolucionar humanamente y a diluir esos apegos inconscientes y dañinos.

 

Dirección y conducción terapéutica:

ESPERANZA DUGO SÁNCHEZ,

psicóloga sanitaria NICA: 36629, Psicoterapeuta Gestáltica, Formada en Psicología integrativa (SAT. Claudio Naranjo y colaboradores). Miembro de la Asociación Española de Gestalt y de la Asociación EMDR de España. Experta en EMDR. Formada en Configuraciones familiares Bert Hellinger).Colegiada AN-04709 de Andalucía Occidental.

 

 


ASCENSIÓN RAMIREZ CAGIGAS,

psicóloga titular de ARCO PSICOLOGÍA (consulta sanitaria autorizada NICA 29.763). Especialista Europsy en psicoterapia, Especialista en Hipnosis clínica. En fase clínica supervisada de Análisis Bioenergético (Instituto internacional de Análisis Bioenergético, IIBA). Investigadora y experta en temas transpersonales y arquetípicos. Colegiada AN-02955 de Andalucía Occidental.


Reserva

609 566228 (ASCENSIÓN)

 

Grupo mínimo 5 personas. Plazas limitadas

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CONSULTA SANITARIA AUTORIZADA CON REGISTRO NICA NUM. 29763