Los modelos del amor y su influencia en nuestra elección de pareja

TIPOS DE MODELOS AMOROSOS

Fina Sanz en su libro “Los Vínculos Amorosos”, nos describe tres modelos:

FUSIÓN

En la metáfora de inicio es el eclipse total. Dos personas que necesitan existir juntas, realizando su vida a la vez, yendo uno siempre al lado del otro real y físicamente. No hay actividades separadas. Hay una sola mente en vez de dos. Es, según, la autora la idea femenina de pareja, la fantasía de los cuentos de Hadas plasmados por Disney. La mujer, dice Sanz, tiende a la fusión.

En mi experiencia como psicoterapeuta, he observado este modelo tanto en hombres como en mujeres y vuelvo a destacar que tiene que ver con lo que han visto en sus padres o en lo contrario, pues podría haber una huída hacia el opuesto de algo que es doloroso y ha hecho sufrir.

SEPARACION

Es igual a planetas que se mueven en direcciones distintas en cuánto se encuentran, existe una tendencia a separarse a hacer la vida con apenas alguna coincidencia. Sanz nos dice que se trata de una tendencia masculina, que dificulta el vínculo amoroso. Es una reproducción del periodo exploratorio descrito en psicología evolutiva del niño de 18 meses, cuando en su periodo intermedio de infante, busca salir al mundo desde el amor seguro y presente de su madre, para volver a ella cuando quiera. He ahí que se exprese el deseo de libertad en la pareja con frecuencia.

En psicoterapia he visto este modelo bastante en hombres con tendencia a temer a la fusión femenina y, de manera reactiva, a alejarse de tal control. Y en mujeres, observo frecuentemente el mismo impulso por heridas afectivas con actuaciones reactivas a algún desengaño, en búsqueda de venganza.

INCLUSIÓN

Una persona engulle a la otra, la fagocita, Es tal la dependencia que le requiere dominar y mandar, anula al otro, lo desvaloriza, lo debilita para luego devorarlo sin piedad.

Es el modelo del maltrato, la desigualdad, la aplicación de un poder rígido y autoritario sobre el otro con el objeto inconsciente de nunca sufrir abandono.

Más que un vínculo es una cárcel, una vez que alguien ha desaparecido en el otro, ya no tiene necesidad propia, solo existe en esa persona. Uno es grande y la pareja se queda disminuida, pequeña, insignificante, no tiene voz ni voto.

Aquí se pierde la estima, la dignidad y, con demasiada frecuencia, la vida.

El poder que despliega el depredador hace que su víctima cada vez lo sea más. Un riesgo muy grande es que en ocasiones la víctima aprenda a funcionar desde el maltrato y luego en otras relaciones afectivas actúe también como maltratador/a.

Mi experiencia profesional me ha mostrado que aunque la mujer sufra con más frecuencia este tipo vincular, también lo sufren muchos hombres que en su familia de origen han padecido este vínculo.

CÓMO ESTOS MODELOS NOS INFLUYEN EN NUESTRAS RELACIONES Y EN EL DESARROLLO DE EXPECTATIVAS DE LA RELACIÓN DE PAREJA.

En la charla anterior de este ciclo versada sobre “Las claves para encontrar el amor”, señalé la tendencia a la construcción mental de ideales de pareja que luego son imposibles e irreales, pero que todo el tiempo están afectando a la buena convivencia afectiva. Pues bien, los modelos amorosos que hemos dejado en nuestros esquemas básicos también nos empujan a soñar con alcanzar relaciones similares a nuestros padres. Es una tendencia repetitiva y encubierta, que no sigue el modelo estricto de nuestros padres, a veces se sigue a uno u a la otra.

El modelo amoroso impregna la emoción y determina la elección de una pareja que sea como el padre o como la madre. Es tan profundamente inconsciente que favorece la tendencia a seguir patrones de sufrimiento como apego excesivo, celos, violencia, etc.

Cuanto más esquemas de cómo tiene que ser alguien que se acerque para emparejarse, más expectativas puede incumplir la pareja.

Descubrirnos como sujetos amorosos, nuestro modelo vincular, nuestra dificultad para dejar de esperar y para querer intervenir en el otro, nos abrirá a crear verdaderos afectos sin tanta carga del modelo inicial. También nos favorecerá nuestro crecimiento al entender mejor qué ha causado determinada elección de pareja o la más frecuente.

LA CONSTRUCIÓN DE UN NUEVO MODELO DE IGUALDAD, LA INTERSECCIÓN VITAL

Volviendo a la metáfora, los planetas, las estrellas, los satélites y otros cuerpos celestes, se están moviendo siempre, unos con respecto a otros. La pareja también lo hace, y puede encontrar una manera de relacionarse que trascienda a sus tendencias vinculares de origen. La persona que decide entregarse a una interacción con el otro, necesita también de su propio espacio personal, transpersonal y contextual y en este modelo se avanza para que la relación de pareja sea una relación para crecer.

Siguiendo la teoría de conjuntos, una zona de intersección más o menos común hace que el vínculo amoroso se mantenga y se enriquezca de los espacios individuales. La conjunción de dos vidas es la que favorece el equilibrio en cualquiera de sus estadios.

Ganar consciencia de nuestras carencias, necesidades y de la gestión propia de cada uno, nos hace más libres y menos dependientes, por tanto nos incrementa la confianza interna y hacia afuera reflejada en la pareja elegida. De este modo, el movimiento básico de fusión o separación, pueda equilibrarse en algún punto de la intersección favorecida por el amor.

El vínculo de inclusión requiere de mucho más para lograr esta igualdad, puesto que un miembro de la pareja requiere salirse de la barriga del grande y crecer lo suficiente para que el otro recupere su ser, en vez de estar hinchado de poder. Para mí este vínculo es el más patológico por la tendencia a actuar desde de arriba y a través del sometimiento para alimentar a la tendencia víctima de uno/a y que luego a su vez éste/a se vuelva también verdugo.

En resumen, la intersección o modelo de interdependencia (Sanz), es la forma más saludable de interacción en pareja, debido al enriquecimiento de los integrantes, a su mayor percepción de libertad, a su implicación en el compartir y a alimentar continuamente su vínculo con cuidado y sensualidad. Es decir, teniendo en cuenta al otro siendo uno mismo.

 

Bibliografía:

Sanz, Fina. Los Vínculos Amorosos. Editorial Kairós, Barcelona 1995.

Lagarde de los Ríos, Marcela. Para mis socias de la vida. Cuadernos Inacabados, 48. Madrid. 2005

 

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