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Hablemos de amor (4): Reenamorándonos

Charla y taller psicocorporal bioenergético.

Por Ascensión Ramirez Cagigas Psicóloga y Psicoterapeuta
JUEVES 5 DE OCTUBRE A LAS 20:00 de 2017 Ateneo Andaluz, C/ Marcelo Spínola, nº 9, Dos Hermanas (Sevilla)

En esta nueva edición del ciclo de charlas coloquio “ Hablemos de amor”, hago una invitación más arriesgada que sólo el quedarse en el pensamiento y en la palabra. La propuesta es vivir el coloquio en el cuerpo y en la interacción con los demás, en concreto la apertura y permiso a explorarnos en la relación real y física, afectiva y emocional, a introducirnos en nuestras sensaciones, en sus límites, intermedios y cercanías. Hablar con la mirada, con la distancia, con el toque, con la presencia, con el calor y con la motivación de una forma nueva que se construye desde la experiencia. En definitiva, reenamorarnos.


Cualquier persona puede asistir puesto que enamorarse es una capacidad humana, y reenamorarse, como quiero transmitiros, es una capacidad consciente y palpable, en la que dejamos de sufrir por la bajada hormonal de la naturaleza cuando la costumbre se instala en una relación, también, simplemente, cuando no tenemos una relación de pareja y tememos implicarnos en alguna, quizás cuando la vida nos parece vacía y no somos capaces de disfrutar de la simpleza de poder respirar, ver, oler, saborear, tocar, intuir.


Reenamorarte es instalarte en una realidad colorida y alegre, serena y sin necesidades exigentes. Desde mi visión, es una manera de hallar la belleza y la felicidad del momento presente, sin idealizaciones ni lógicas. Es abrir el corazón y atreverte a sentir los movimientos más intensos con un buen anclaje de seguridad. Es enriquecerte y mejorar tu calidad existencial.


En esta charla taller todos participaremos activamente y nos permitiremos ejercicios corporales en relación con los demás, por lo que os pido que os vengais con ropa suelta y cómoda, además de una toalla o esterilla para la parte de suelo. También cuaderno y bolígrafo para notas.


La asistencia tiene un precio simbólico de 10 €.
Duración, hora y media.

Programa:

  1. Qué es reenamorarse
  2. La recuperación de nuestra capacidad de enamorarnos.
  3. Claves para vivir en-amor-a-dos
  4. Taller:
    1. Parte A: Abriéndonos a sentir y a enraizarnos a diferencia de la fantasía de disney.
    2. Parte B: Decir no, decir si, para individuarse y luego para unirse de veras.
    3. Parte final: la aceptación
  1. Qué es Reenamorarse.

En un sentido genérico el concepto de reenamoramiento se define como una vuelta al enamoramiento. Es así como casi todos lo entendemos, sin embargo a continuación voy a exponer otra formulación diferente para este término.

En las charlas anteriores hablábamos de enamorarnos como un programa de la naturaleza para conseguir la prolongación de la especie, de una manifestación bioquímica transformada en un estado alterado de consciencia.

En este discurso, no vamos a hablar de este estado inconsciente amoroso nuevamente, sino de un sentimiento consciente y profundo, una comprensión sentida en cada momento de la experiencia de en-amor-(d) arse.

Hablamos de la relación de pareja, no obstante podemos entender la palabra también como una manera de acoger la vida llena de luz y color, de sonidos y sensaciones alegres, corporales y presentes. Se puede tener una existencia más auténtica y real en estado en-amor-(d) ado y observarlo en este taller de hoy.

Otro aspecto a investigar es la reactivación del enamoramiento en la pareja que no está ya enamorada, pero se quieren, se gustan y se elijen. Por eso, los miembros del par se disponen a reenamorarse con los pies en la tierra, a seguir descubriéndose en la novedad, que siempre sucede en la evolución personal y transpersonal, y a crear con la energía conjunta una mejora de la relación continuada.


La recuperación de nuestra capacidad de enamorarnos.

Recuperar significa conseguir alcanzar lo que se ha perdido. Considero que el ser humano, hombre y mujer, tiene en su núcleo esencial el amor, el ser mamíferos sociales nos convierte en gregarios para nuestra supervivencia. Esta es la base de nuestra especie, es el vínculo, el amor que hace que podamos hacernos independientes siendo los seres más débiles de la naturaleza en nuestro nacimiento. Al nacer todos hubiéramos muerto si no nos hubiesen cuidado y alimentado, nos hubiesen abrigado y protegido, y sobre todo, si no nos hubieran mirado y se hubiesen enamorado de los bebés que fuimos.

El elixir humano es ese amor mamífero, ese enamoramiento surgido desde el primer minuto que nos permite vivir; en el budismo se llama apego y, también lo llamó así en su teoría del Apego John Bowlby y Marie Ainsworth (1973, 1979, 1980).

La leche con amor es la clave para que un niño desvalido desarrolle adecuadamente sus estructuras cerebrales de la emoción social humana, su sistema límbico.

Cuando llegamos a descubrir el interés afectivo sexual por alguien, estamos previamente programados con la imagen ideal que tenemos de lo que tiene que ser. Este ideal de amor se basa en los modelos familiares de la pareja y de la familia, que hemos tenido. Estamos reproduciendo los vínculos de amor que aprendimos desde el principio con nuestras personas básicas, nuestra madre y padre o aquéllos que cumplieron esas funciones.

La capacidad amorosa se manifiesta según nuestro vínculo primario, con la figura materna, y enseguida también conseguirnos vincular de manera secundaria. Desde esta reproducción de la manera de relacionarnos amorosamente nosotros construimos nuestra experiencia y visión del mundo.

Tener varias figuras afectivas en la primera infancia, además de la madre y el padre, hermanos, abuelos, tíos etc., hace que el niño se sienta visto y enlace de distintas maneras con la gente. Me atrevo a afirmar que en este tiempo se manifiesta la capacidad de enamorarnos, una y más veces, quizás incluso de manera poliamorosa.

En la segunda infancia y en la adolescencia, la fantasía y la idealización llenan la existencia mental en todas las culturas humanas. Lo simbólico nos caracteriza y en estas etapas esenciales se producen su mayor apogeo creativo.

En la juventud aparece con claridad el patrón de relación afectiva de pareja, que ya está estructurado según la capacidad de vincular, y los modelos parentales y generacionales que tenemos incorporados a nuestros esquemas.

Como en toda capacidad humana, enamorarse es una característica que diferencia a cada persona. También es variada la manera de enamorarse que, con frecuencia, es distinta incluso en el mismo individuo, aunque tenga elementos comunes en su manifestación.

Lo complicado puede ser entender que la naturaleza nos lanza al cumplimiento de especie desde el interés por la novedad y la curiosidad. Además, tenemos unos patrones de pareja de nuestros ancestros, mitos, leyendas, cuentos, etc., que nos encuadran para permanecer en algo que seguramente nunca hubiésemos elegido como puede ser permanecer en una pareja que está afectada por el hábito y la monotonía, por la dejadez y el automatismo. Nos volvemos androides en una relación, es decir, empezamos, cuando la bioquímica cerebral baja, con la destrucción/separación de la díada, de una manera inconsciente pero que tiene el sentido de cegarnos en la aparente comodidad que nos lleva al deseo de placer y a la evitación del dolor que defendían las corrientes hedonistas de nuestras bases grecorromanas. Esta falsa zona de confort es la que me señala la causa de la muerte del enamoramiento. Poderse ver en el desengaño y entregarse en una pelea interna y/o externa para reconocer que de nuevo es importante elegir y, a ser posible, con el periodo de reflexión correspondiente, es lo que se procura evitar con este confort neurótico, inconsciente y desenergétizado.

Avanzando en el enamoramiento, destacar que cuándo se produce el efecto de pérdida de idealización aparece una terrible frustración debida a los cambios hormonales que han sucedido, al bajar los neurotransmisores de la curiosidad y de la acción. Es entonces que aparece la rabia contra la pareja que no cumplió con la expectativa creada. La inseguridad, los celos, la envidia, las comparaciones de origen del apego se instalan durante años, a veces expresadas y, en la mayoría de ocasiones, hacia dentro de manera agresivo-pasiva.

El objetivo entonces es dar la vuelta a esta transformación degenerativa que lleva a un estado de aferramiento a lo propio olvidando lo compartido. Entonces puede tener un sentido el elaborar un plan para rescate de las sensaciones y sensibilidad de la etapa de enamoramiento, de las percepciones llenas de color y definidas en plenitud, del estado mágico sin estar embrujado, y buscarlo voluntariamente desde la práctica del modo emocional que es coincidente con la apertura del corazón, de la respiración, de las energías vitales básicas como son por ejemplo la celebración de las ganas de descubrir, de desnudarse, de entregarse, de darse y sin olvidar el seguir consciente, admirando nuestra propia cualidad amorosa que surge sin esfuerzo y que nos hacer disfrutar un mundo real lleno de matices.

En conclusión, reenamorarse es darse un permiso para vivir ampliamente, sin restricciones ni temores, poder pintar nuestra existencia y llenarla de sonidos, sabores, olores, tactos y mucha mirada atenta y presente. Y para lograr esta construcción es básico el plan y la intención y, sobre todo, poner el foco en llevar nuestra energía a alimentar, a nutrir, la relación humana de tal modo que sea curiosa, nueva y nos motive indagarla. Hacer verdadera escucha y presencia amorosa no es sencillo, expresar lo que uno es tampoco, dejar de aparentar comportarnos o mostrarnos como los demás imaginamos que esperan, es importante, y hacer de una relación afectiva un lugar rico para ser libre y dejar de controlar es una gran meta.

Se puede practicar desarrollando nuestra inteligencia emocional para volver al paraíso esencial, entrenando nuestras habilidades expresivas y ampliando el contacto piel a piel, distancia adecuada y consensuada, apoyo, límites y, sobre todo, apertura y aceptación.


Claves para vivir en-amor-a-dos.

Recuperar la mirada del otro y también así la propia, aprendiendo a distinguirla, a aprovechar la experiencia para dejar de necesitar como bebés inseguros.

Dar apoyo y permitirse recibirlo, dejarse cuidar y cuidarse a la vez.

Respeto de las distancias y los espacios, favoreciéndolos, pues así se consigue la cercanía verdadera.

Atender a la intimidad suficientemente para los dos, a veces incluso entrenar el deseo y el erotismo para aprovechar la presencia y el goce en cuánto haya ocasión.

Compartir tiempo en común y tiempo en independencia, conservando la escucha y respetando la queja, ampliando la empatía y la simpatía. Poniendo interés en siempre dar e invertir en la relación.

Trabajar activamente en sumar, y estar cada vez menos en el reproche y la expectativa o lo que es lo mismo en el restar

Acordar encuentros sexuales con preparos especiales en las dos direcciones y tener claro que el dolor de cabeza se pasa con la relación sexual sana y la apertura al placer, por tanto, ya no hay excusa. Incluso los dolores físicos se mejoran con la práctica sana de la sexualidad afectiva.

Si no hay pareja, el enamoramiento vuelve con la concentración expresa y verdadera en cada momento que favorece el sentir y, de esta manera, hasta lo más insignificante es realmente maravilloso.


Taller

La preparación de nuestro envase corporal para existir en plenitud es fundamental y en este momento vamos a traducir cada una de estas palabras e ideas en forma física, en práctica activa y en comprensión nueva con cada posición o movimiento. La experiencia frente al otro y con el otro hace descubrir la propia historia y llorarla o celebrarla. Lo seguro es que hacer no es lo mismo que pensar, sentir no es lo mismo que imaginar. Mi profesora de ballet, donde tuve la fortuna de formarme durante más de 11 años, me decía: “Si quieres bailar, piensa haciendo el movimiento”, “Marca con las piernas y con todo el cuerpo lo que quieres realizar y cómo lo sientes al ejecutar”. Con estas bases descritas, ahora exploraremos lo siguiente:

La distancia: Cercanía lejanía, relacionado con el límite, “hasta dónde puedo recibirte”, A partir de ahí se va progresando en la cercanía, Igual para la lejanía.

La mirada: Presencia real y estar pero sin mirar.

La escucha: Sentirte y sentir al otro, con ojos abiertos y cerrados en diferentes planos y posturas, de pie.

El contacto: Masaje y sexualidad, superando barreras y vergüenzas.

El apoyo: Carga y liberación. Experiencia de cargar o ser cargado y lo que viene después.

La independencia y el tiempo común; Comprender la capacidad de reenamorarse sin fundirse, sin cargar, ni ser cargado y desde ahí lanzarse a un nuevo consenso que contenga el derecho a ser uno mismo en relación, en vínculo, en confianza y en libertad.

El mal de amores

Por Ascensión Ramirez Cagigas Psicóloga y Psicoterapeuta

Programa:

  1. El mal de amores
  2. La crisis en el enamoramiento
  3. La crisis en la pareja consolidada
  4. La pareja resiliente
  1. El mal de amores es definido por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como una enfermedad o dolencia. Otras definiciones la conceptúan como un estado de sufrimiento producido por un desengaño o por un amor no correspondido. Sin embargo, el mal de amores en esta ocasión va a englobar muchas maneras de no aceptación del otro y, la caída en el dolor de la expectativa del ideal que la persona se hace cuando se relaciona afectivamente con alguien en plan de pareja.

Podemos considerar que alguien está enfermo de amor en los siguientes casos:

  1. En pleno enamoramiento, cuando la persona se siente abandonada en algo que considera que ella no haría, “amando como ama”. Comienza un debate en el interior de esa persona que desarrolla un monotema obsesivo y que intenta comprobar repetidamente.

En la primera charla de este ciclo, expliqué el papel de las hormonas en el enamoramiento. Cuando se cae en el mal de amores lo que se baja en la dopamina como neurotransmisor del placer y de la curiosidad, y del aprendizaje apasionante. Se reduce considerablemente la serotonina, sintiendo un estado de inseguridad en intranquilidad que produce una alarma en el sistema nervioso autónomo. El cerebro queda activado por la noradrenalina que se quedó alta para favorecer la energía sexual y agresiva del encuentro de apareamiento.

Un cerebro inseguro, acompañado de falta de placer, y elevado de energía agresiva, solo puede favorecer el enfado, la rabia, la desconfianza y el reproche.

Cuando la persona se reencuentra con su enamorad@ solo sabrá sacar su frustración, el coraje y así empiezan a sucederse etapas de ajustes y nuevos desajustes. Según sea la historia de cada miembro del par, se llevará mejor o peor todo este caos hormonal. Lo cierto es que todo lo que era placer e interés por el otro comienza a desaparecer progresivamente y, se entra en la sospecha continuada por miedo al abandono, al engaño, a la traición. Algunas veces, la causa de este sufrimiento puede ser una experiencia previa desgraciada o, simplemente, un modelo de amor distinto que no se entiende y se denuncia, una rebelión contra la pérdida del ideal de la persona que empezamos a conocer.

Los síntomas son:

  • Primero: Negación.“No puedo creerlo”.
  • Segundo: Recuerdo de experiencia propia o de la cultura o del mito. “No puedo permitirlo”.
  • Tercero: Ataque defensivo. “Me dañas y te vas a enterar”.
  • Cuarto: Hundimiento. “No puedo vivir sin ti, no me abandones, no puedes hacerlo”.
  • Quinto: Alivio y resignación. “Menos mal que no te vas, con eso me conformo”.
  • En una relación consolidada, la sensación más frecuente es de monotonía, insatisfacción, enfado, discusiones, críticas, restas en vez de sumas. Hay un apego fuerte y dependiente que se amplifica con el sufrimiento, puede haber protesta pero no se atiende y, se usa el mecanismo agresivo pasivo de comunicación en el que la separación de actividades, tiempo, intimidad es cada vez mayor. Se ventilan cuestiones pasadas solo por reprochar sin objetivo o como mera defensa. Hay muchos trastos y dolor que van en las dos direcciones. La relación puede estar herida, mal curada y produce residuos nada deseables.
  • En una relación de amistad, cuando hay una de las dos personas que se interesa amorosamente en la otra, y no es correspondida. En ocasiones, se disfraza de amistad algo que no lo es. Hay una carga de atracción y deseo por el otro, con tal de estar cerca se vive una expectativa continua. Aunque a veces se explicite el amor o el deseo, muchas otras se está cerca aceptando incluso la sumisión al otro. El sufrimiento y la desesperanza aparecen, sin embargo el límite de soportar crece y hace que nunca sea el momento de transformar esa amistad en amor, de ser capaz de expresarlo, de plantarse ante una historia que es solo para el beneficio del amigo o de la amiga..
  • El cierre al amor o cierre del corazón es un blindaje que se ha hecho una persona por una experiencia afectiva traumática o negativa. La decepción ha sido tan grande que marca la existencia del sufriente amoroso.

    El doliente se permite cercanías íntimas sin compromiso y, al más mínimo atisbo de avance en la relación, hay huída, excusas, justificaciones. Lo cierto es que esa persona necesita relacionarse pero a la vez también no implicarse, todo va bien mientras sea así.

    La disociación entre el corazón y la sexualidad se enquista, hace que el amado solo viva un contacto superfluo carente de sentimiento porque no hay permiso de rendirse en la totalidad. Muchas veces también es bloqueada la fluidez del disfrute sexual a pesar de que se esté comenzando la conexión amorosa. La disociación sexo/corazón puede favorecer la aparición de disfunciones sexuales como anorgasmia, problemas de eyaculación, de erección, dolor o dispaneuria, vaginismo, etc.

    1. La crisis en el enamoramiento

    Los enamorados en su mundo embrujado tienen un tiempo determinado en este estado, cada uno el suyo.

    Un día uno de los dos descubre que ya no es tan maravilloso el otro y se encuentra protestando o con la primera pelea. Algo que sorprende desagradablemente aparece, es un comienzo de cordura, de aterrizar brusco, aunque con la percepción terrible de que nuestro enamorad@ está cambiando, ya no es como se mostraba.

    Este descubrimiento tan intenso produce una caída del pedestal en el se tenía al amad@ y una decepción que necesita ser resuelta y traspasada. Silvia Salinas y Jorge Bucay en su libro “Amarse con los ojos abiertos” hablan sobre ese momento como “el darse cuenta de la diferencias y poder dejar atrás las semejanzas del ideal amoroso”. Esta comprensión es compleja puesto que es difícil aceptar que el otro no era como lo creó su enamorad@, que no ha cambiado, sólo es que no se le podía ver por la ceguera expansiva del enamoramiento. Si alguien reprocha al otro por haber cambiado es que realmente no ha podido verle en realidad, quizás no ha querido, y en su lugar ha hecho una preferencia selectiva de los sentidos para escoger solo las coincidencias.

    Traspasar esta barrera favorecerá la construcción del amor real, el conocimiento de la pareja, y la conexión auténtica que surge de la superación del miedo a mostrarse tal cual se es.

    1. La crisis en la pareja consolidada

    Puede ser que se de una idealización o enamoramiento prolongado, que puede perdurar aunque haya habido una consolidación de la relación. Mayoritariamente, el efecto bioquímico va transformándose con el paso del tiempo y es importante el desarrollo de habilidades para favorecer conscientemente el proyecto de pareja.

    La etapa de pareja estable requiere gran capacidad para adaptarse, para innovar y, sobre todo, para poder ser uno mismo sin perderse en el otro. Para sumar tiempos compartidos y tiempos personales, para la crianza sin conflictos educacionales buscando soluciones consensuadas.

    Cuando aparece una crisis, algo de todo lo anterior, bien no ha aparecido, o puede que se haya desequilibrado la balanza hacia un lugar que llamo pereza de apego. En el budismo moderno, este tipo de pereza se refiere a quedarse aferrado a hábitos superficiales, a entretenimientos materiales, en vez de trabajarse la práctica diaria que permite el avance en realizaciones verdaderas para el bien de los demás, como la generosidad, la ecuanimidad, el tomar y el dar, etc.

    En aplicación a las dificultades de mantenerse en pareja, la pereza de apego es el apalanque en un aporte pasivo a la relación una vez logrado el amor y el nido. La lucha del día a día es agotadora, cansina, uno no tiene ganas más que de descansar, dormir o ver la televisión, redes sociales, etc. Otras veces se busca salir a entretenimientos diversos y estar en compañía de mucha gente, también llenarse de trabajos para justificar el no tener ganas de compartir. Se llega a no escuchar ni a ver la señales, que siempre avisan, y tarde o temprano ocurre la crisis.

    Cuando no se atiende el propio sentimiento y la energía se desvía de lo importante, cualquier acontecimiento puede afectar y por tanto, alejar a las personas que se aman.

    Es importante estar atent@, pedir ayuda, comunicar los sentimientos, escuchar, mirarse de verdad en vez de la fuga, la pasividad, o la amargura y resignación.

    1. La pareja resiliente

    La resiliencia significa salir fortalecido y evolucionado de situaciones traumáticas y experiencias vitales de hundimiento y de extrema dureza, fue un término acuñado por Boris Cyrulnik en su libro “Los Patitos Feos”:

    En este ensayo, resiliencia equivale a «resistencia al sufrimiento», y señala tanto la capacidad de resistir las magulladuras de la herida psicológica como el impulso de reparación psíquica que nace de esa resistencia. (N. d. t.)”

    Este concepto aplicado a la pareja significa que los integrantes de la misma han sido capaces de superar las crisis de su relación no de cualquier manera sino favoreciendo un crecimiento humano increíble de cada cual.

    Ciertamente, la pareja es un contexto que favorece todos los avances de comunicación humanas, es un laboratorio que reproduce los primeros vínculos madre - hij@, padre - hij@. Por lo tanto, si se van superando con amor, comprensión, confianza, libertad, respeto, los altibajos vitales que acontezcan, indudablemente la evolución está cantada.

    He de destacar que el trabajo de pareja necesita saltar las vallas de la pereza del apego y de vínculo inseguro, para lograr ese desarrollo anhelado, casi utópico, pero que me consta que muchas parejas han conseguido y siguen logrando cada día.

Claves para encontrar el amor

Por Ascensión Ramirez Cagigas Psicóloga y Psicoterapeuta

  1. El enamoramiento como un programa de la naturaleza.
  2. ¿Es el enamoramiento lo mismo que el amor?
  3. ¿De quién nos enamoramos?
  4. ¿Cuánto dura el enamoramiento?
  5. ¿Puede ser posible enamorarse de más de una persona a la vez?
  6. ¿Se puede recuperar el enamoramiento y sumarlo al amor de pareja?
  7. Claves.

 

01.: El enamoramiento como un programa de la naturaleza.

Todo está preparado en nuestro organismo para cumplir con la propagación de la especie y el enamoramiento es el estado emocional y físico que manifiesta esta predisposición a la búsqueda de pareja.

El enamoramiento consiste en un entramado bioquímico-fisiológico que influye en el estado de ánimo volviéndolo elevado y expansivo, coloreado e intenso, es un estado de locura transitoria donde vivimos la transformación de la realidad y nos concentramos tanto en descubrir a la pareja que perdemos interés incluso en las necesidades más básicas como comer, dormir, descansar, relajarse, que se alteran. Se caracteriza porque, de pronto alguien, parece ser externo, pasa a ser un centro de atención interno y obsesivo, pues es persistente, y genera un fuerte deseo de fusión con la persona objeto del enamorad@.

El ser humano puede creerse con control sobre este estado, pero solo si lo comprende puede regularlo y observarlo. También la experiencia puede ayudar a contenerlo y, a veces, a decidir salir voluntariamente del estado enamorado y así ocurre ya todo un proceso de duelo de mayor o menor intensidad semejante a un síndrome de abstinencia de cualquier drogadicción.

El programa natural nos condiciona es cierto, aunque la mayoría de las personas generamos defensas que suelen hacernos de protección y, en no pocas ocasiones nos apartan de la aventura de entregarnos a ese estado tan gratificante y placentero.

En sí mismo, el estado del enamorado es de felicidad, solo que ésta es condicionada a la presencia y cercanía de su recién descubierto “amor”.

Este “amor” siempre es, aparentemente, el verdadero y único, el que siempre habíamos esperado. Esta historia es la de los cuentos de hadas, eterna inspiración de canciones y leyendas, es un estado que te envuelve y te arrastra y, por supuesto, si hay separación del amad@, hay un terrible sufrimiento que puede incrementarse si no se recibe la respuesta deseada o se incumplen expectativas creadas por el enamorado.

En resumen, nuestro programa salta solo, sin aviso, sin control, y el deseo prioritario es la unión con el o la amante.

Como veremos, el enamoramiento produce neurotransmisores y éstos a la vez producen efectos que generan más y diversos neurotransmisores, lo descubriremos en el cuadro del siguiente esquema:

02.: ¿Es el enamoramiento lo mismo que el amor?

Como hemos visto anteriormente, el enamoramiento surge de manera natural aunque a veces las resistencias y los miedos a la entrega lo dificulten. Entonces puede que pensemos en estar simplemente acompañados o solos.

El enamoramiento es ocasional, sin embargo se puede evitar u olvidar con solo dejar de avivarlo.

El amor es básico para la existencia de los humanos, nos hace ser nutridos y protegidos cuando somos unos bebés desprotegidos, nos da una identidad de especie, el amor se genera y es un sentimiento nuclear. Puedo decir sin temor a equivocarme, que el amor es el centro de todas las inquietudes humanas, es con el que hacemos lazos amorosos desde que nacemos sin parar hasta el final de nuestras vidas.

En terapia siempre cualquier conflicto se relaciona con una herida en el vínculo afectivo y, se sana encontrando el núcleo amoroso.

El amor en la pareja se crea con el vínculo que ambos partícipes sean capaces de desarrollar. Si hay enamoramiento previo se puede facilitar, aunque no siempre es un requisito para la construcción amorosa.

Cuando muchos decimos, “se me acabó el amor, ya no estoy enamorado”, no es correcto, es entonces cuando se empieza realmente con el trabajo del amor afectivo, que no romántico. Es, sin embargo, un periodo de cambio, una zona no confortable que procuramos pasar de largo lo antes posible. Cuando hemos vivido el enamoramiento, queremos que siga y dejar que el estado haga por nosotros el vínculo, aunque eso es un autoengaño. Es un trabajo de cada cual permitirse salir de vivir de la renta del enamoramiento, a elaborar realmente la aceptación y el amor con alguien.

03.: ¿De quién nos enamoramos?

Nos enamoramos de nosotros mismos, de nuestras cualidades y capacidades vistas en el otro, pero disociadas de nosotros, de pronto todo lo que anhelamos lo encontramos en el otro sin darnos cuenta que está en nosotros. Construimos un ideal de pareja relacionada con la cultura y sociedad en la que nacemos, con los mitos claves y, lo observamos en toda expresión de arte y representación del contexto en el que vivimos. Todos creamos a alguien a quien “amaríamos”, luego las vivencias hacen definir, delimitar, concretar.

La verdad es que no vemos a la persona de la que nos hemos enamorado, hasta que dejamos de estar enamorados, esta es una curiosa observación, seguro que les llama la atención.

Y voy a más, la focalización en lo que “me gusta” de alguien, hace que lo que es en global no pueda descubrirse. Cuando el periodo más agudo pasa es cuándo puede empezar el verdadero encuentro entre los enamorados. Señalo que este estadio agudo siempre es crítico cuando se considera el enamoramiento como amor y, si es así, suele suceder la compresión de que muchas veces no hay casi nada en común, se descubren las diferencias y en ocasiones pueden pesar demasiado.

Otro apunte es que el enamoramiento es un estado de la persona que lo vive y nada tiene que ver el amado o amada en ésto. Quiero concretar que es un@ quién se enamora, crea su realidad y su visión del otro independiente de lo que puedan ver o contar los demás. También añado que el enamoramiento es independiente del objeto amado, es decir, uno se enamora por dentro, no de alguien, aunque curiosamente pone ese enamoramiento fuera y dice “estoy enamorad@ de …”.

04.: ¿Cuánto dura el enamoramiento?

Puede durar tiempo, desde meses a años, depende de la capacidad de idealización que tenga la persona, en todo caso, la fase de locura y expansión suele rondar aproximadamente entre dos meses y 8 meses, si hay distancia física o geográfica entre los amantes puede extenderse hasta 2 años o más, ya digo hay muchas diferencias individuales y, la historia de cada persona afecta a esta duración.

05.: ¿Puede ser posible enamorarse de más de una persona a la vez?

Es posible, cada persona tiene su propia capacidad para enamorarse y la influencia educacional y social puede afectar a los modelos del amor que desarrolle. Señalo los conflictos que pueden surgir en el sistema de creencias, cuando alguien pueda quebrar las normas de una cultura, sin embargo nadie puede mandar sobre quien se enamora y de la diversidad expresiva de su manifestación.

También puede ocurrir que la persona esté predispuesta internamente a sentir los efectos de la expansión del estado de enamoramiento y pueda mantener varios amantes en plena euforia hormonal.

Incluso puede activar relaciones de amor previo a través de los enamoramientos, por estar en un estado de consciencia alterado, si el enamorado consigue salir de la obsesión por una sola persona y, si logra conservar su vida sin apegarse al objeto amado.

06.: ¿Se puede recuperar el enamoramiento y sumarlo al amor de pareja?

Vuelvo a insistir en la capacidad de enamoramiento de cada cual, y los gestos de cada día construyen un vínculo amoroso que puede llegar a ser enriquecido y creativo. Es importante salir de la zona de confort con frecuencia, activarse, atenderse y atender en todo lo que sea posible. El afecto profundo puede movilizar la pereza a la comodidad que todos padecemos y también la tendencia a poner en los demás las responsabilidades propias. El amor es mágico, pero también un@ puede aprender a hacer que la magia se de, si uno lo decide y lo establece como prioridad y, es persistente en dicha inversión. Y ya no depende del otro, igual que en el periodo de enamoramiento espontáneo inicial.

No quiero dejar de hablar de la importancia de la actividad sexual en la relación de pareja que indudablemente es básica para fortalecer la conexión afectiva corporal y expresiva. No hay pareja sin sexo, no sería una pareja tal cual la definimos.

07.: Claves:

  • Entender que podemos explorar el enamoramiento si surge o decidir sentirlo sin perderte en nadie en concreto, vivenciarlo como un estado de consciencia curioso y realmente enriquecedor.
  • Salir de las creencias románticas que conducen al idealismo amoroso y, por tanto a entrar en relaciones engañosas , cargadas de expectativas y de peticiones al otro, teniendo en cuenta que en este momento todo es eterno, por el estado mental del o de los enamorados.
  • El vínculo amoroso no depende del enamoramiento, pero si aparece es interesante independizarlo del mismo.
  • El enamoramiento es un recurso natural para escoger pareja al que podemos rendirnos sabiendo lo que es y observándonos con curiosidad, para poder mirar a la persona que se elije entre la neblina, sin ponerle cualidades que realmente si tiene, es pura coincidencia. Los humanos elegimos pareja influidos por patrones de muchos tipos y, la mayoría son automáticos. Es interesante hacerlos lo más conscientes posible a través de estas experiencias emocionantes. La vida es emoción y luego aparece la razón o lógica.
  • Si queremos tener pareja será buena idea la disminución de los requisitos que tiene que cumplir. Mirarnos dentro, ser sinceros para decidir si podemos estar dispuestos a compartir, aceptar y descubrirnos dentro de esa relación o, simplemente queremos entregarnos a la locura de amor. Con otras pretensiones puede que repitamos patrones que nos conducen al sufrimiento y, que en la mayoría de ocasiones, son anclajes de creencias.
  • Otra cosa importante es la energía que estamos dispuestos a poner en la relación de pareja. Muchas veces no tenemos ganas de complicarnos y salir de la zona de confort en la que nos instalamos. Y volvemos a autoengañarnos deseando tener a alguien para quién de verdad no estamos dispuestos, a veces ni siquiera le dejamos un hueco para el encuentro. Reflexionar nos ayudará a descubrir lo que realmente queremos en el fondo, lo demás son impulsos, sin más, que pueden terminar apagándose.
  • Tener pareja supone estar implicado. tener proyectos comunes, mejorar las habilidades de negociación y comunicación, además de la práctica en la expresión de nuestras emociones y, en la contención de aspectos que solo pueden perjudicar, como por ejemplo, hablar de nuestras anteriores parejas o de los traumas que vivimos en esas circunstancias.

Esta lista puede crecer indefinidamente, pero así está bien por ahora, la dejamos abierta.

Espero que estas cuestiones y claves nos despierten intereses en nuevas perspectivas para observar el enamoramiento, el amor y, de este modo lleguemos a conoceros mejor.

Los modelos del amor y su influencia en nuestra elección de pareja

Charla coloquio.

Por Ascensión Ramirez Cagigas Psicóloga y Psicoterapeuta
JUEVES 5 de OCTUBRE de 2017 Ateneo Andaluz, C/ Marcelo Spínola, nº 9, Dos Hermanas (Sevilla)

  1. Metáfora de las estrellas y planetas, eclipses y otros fenómenos.
  2. Qué son los modelos del amor
  3. Tipos de modelos
  4. Cómo nos influyen en nuestras elecciones y en el desarrollo de expectativas de la relación de pareja
  5. La construcción del nuevo modelo de igualdad, la intersección vital

2ª Charla coloquio organizada por el taller Ateneo de Ejercicios de Bioenergética.

Ciclo “HABLEMOS DE AMOR”.

Metáfora de las estrellas y planetas , eclipses y otros fenómenos

En el universo está el vacío y el lleno, lo cierto es que parece vacío, aunque solo sea de aire irrespirable, quizás sea un espacio inimaginable. Desde nuestro planeta podemos observar, con un telescopio, a veces yéndonos al campo para ver el firmamento con claridad, algunos fenómenos y millones de formaciones de nuestra vía láctea latiendo y emitiendo una luz que, posiblemente sea de una estrella que ya no exista debido a la distancia tan enorme desde que emitió su luz.

En este entramado cósmico existen de vez en cuando uniones, separaciones y los movimientos de coincidencia. Es el eclipse el más curioso de observar desde La Tierra. Cuando la luna se interpone entre el Sol y La Tierra se produce el eclipse lunar, aunque solo sea durante un instante, la luna se observa perdida en el Sol u oscureciéndolo. Así también son las relaciones de pareja, a veces están en pleno eclipse donde la luna y el sol no se distinguen, ni se diferencian, fundidas, fusionadas. Cuando el eclipse pasa llega la separación en la que parece que los distintos cuerpos celestes consiguen su propia identidad. Sin embargo, ¿qué ocurre cuándo el eclipse es parcial?, todos podemos acercarnos y admirar el acercamiento u alejamiento y sentir algo especial e importante, emocionante al notar esa conexión entre dos astros tan especiales.

¿Quizás tengamos nuestra forma favorita de observar las luces, sombras y penumbras entrecruzándose? Puede que sea una forma conocida, ¿nos suena?

Nuestros modelos del amor son dinámicos como el universo, se mueven continuamente, para nosotros solo existe uno y es el que aprendimos con nuestros padres o referentes. El modelo de familia, de pareja, de existencia y de relación hombre-mujer, mujer-mujer, hombre-hombre. Ese modelo o el contrario, según fue entendido o transformado.

Tendemos a reproducir de manera inconsciente lo que vivimos y dónde nos criamos. Sin pensar, nos quedamos con una forma de interrelación y consideramos que para todos es igual. Esas son las diferencias entre cada miembro de un par. Resumiendo, los encuentros y desencuentros amorosos nos influyen pues nos recuerdan cuánto de bueno fue para nosotros ese hogar que imaginábamos seguro, que es posible que lo fuera y que, quizás, para una minoría lo haya sido.

Qué son los modelos del amor.

El modelado que recibimos de nuestra familia de origen nos marca profundamente, tanto es así que aunque reneguemos por algo destructivo que haya sucedido, hacemos lo posible, sin darnos cuenta, por reproducir esos vínculos amorosos y así poder seguir buscando experimentar PERTENENCIA.

Pertenecer es básico para nuestra especie pues somos seres sociales, gregarios, necesitamos de los otros, miembros de nuestra especie, para sobrevivir. El vínculo afectivo favorece la unión, aunque también la necesidad de explorar la separación. Marcela Lagarde es una gran luchadora e ideóloga de la evolución femenina. Analiza en su trabajo “Para mis socias de la Vida”, las distintas formas amorosas a lo largo de la historia. Me llama la atención su profundización en los lazos amorosos destructivos provocados por el miedo a perder al otro, a quererlo controlar, a existir solo. Lo que Fina Sanz define como inclusión.

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